viernes, 28 de noviembre de 2008

Thank you, fog

Fue justo el año en que pensaba irme muy lejos, 1994. Entre lecturas y ganas de dejar de ver el verde de las montañas sabaneras comencé a pensar en un lugar posible, pero lejos. Leía sobre historia del Arte y entonces entendí que con la pintura los espacios de los sueños podían hacerse realidad gracias a una caja de colores, de pasteles o de óleos. Así me preparé y decidí que podría estudiar Bellas Artes en Italia, vaya empresa. Pero como dice mi papá que decía mi abuelo: "una cosa es lo que dice la mula y otra el que la está enjalmando", mi seriedad y dedicación, llenas de lecturas y de clases de italiano, no convencieron a mis papás para dejarme ir a la conquista del Quattrocento y el Cinquecento. Otra historia tuve que inventarme para volar.

Terminé en la pérfida Albión tomando té y comiendo scones cada tarde invernal. Castillos y jardines entre la niebla, edificios, gente, entre la niebla, y yo entre la niebla, construyeron ese lugar posible que deseaba. La vida a veces se hace inventando historias para no dejar de soñar y unas resultan más convincentes que otras, estudiar inglés parecía una mejor herramienta para la vida que aprender a calcular la medida exacta de trementina para mezclar los colores en una paleta... Y siempre hay tiempo.

Como un preludio, ese mismo año, 1994, escuché el acento escocés de John Hannah en
Four Weddings and a Funeral mientras leía el poema de W.H Auden, Funeral Blues. Busqué ese poema en las librerías pero solo encontré la colección que reunía los últimos poemas de Auden bajo el título de uno de ellos: Thank you, fog editada por Pre-Textos.


Como en el poema, Londres se hizo poco a poco, de manera lenta, un paisaje lleno de niebla, nostalgia y mucho frío. Guardaba en mi mesita de noche
Thank you fog, al lado de otros títulos, una barra de chocolate y una carta con otro poema de Auden que me habían regalado coincidencialmente: Precious Five, una invitación a gozar de los sentidos, la vista, el tacto, el olfato, el gusto y el oído.

Creo ahora que los dos poemas son una invitación a continuar a pesar de la niebla y el frío. Ahora llueve mucho en Bogotá y cuando deja de llover se levanta la niebla y todo el verde se vuelve lejano, inmenso.

Thank you, fog

Grown used to New York weather,
all to familiar with smog,
You, Her unsullied Sister,
I'd quite forgotten and what
You bring to British winters:
now native Knowledge returns.

Sworn foe to festination,
daunter of drivers and planes,
volants, of course, will curse You,
but how delighted I am
That You've been lured to visit
Wiltshire's witching countryside
for a whole week at christmas,
that no one can scurry where
my cosmos is contracted
to an ancient manor-house
and four Selves, joined in friendship,
Jimmy, Tania, Sonia, Me.

Outdoors a shapeless silence,
for even those birds whose blood
is brisk enough to bid them
abide here all the year round,
like the merle and the mavis,
and your cajoling refrain
their jocund intersections,
no cock considers a scream,
vaguely visible, tree tops
rustle not but stay there, so
efficiently considering
your damp to definite drops.

Indoors specific spaces,
cosy, accomodate to
remminiscence and reading,
crosswords, affinities, fun:
refected by a sapid
supper and regaled by wine,
we sit in a glad circle,
each unaware of our own
nose but alert to the others,
making the most of it, for
how soon we must re-enter,
when lenient days are done,
the world of work and money;
and minding our p's and q's.

Gracias, niebla

Acostumbrado al clima de Nueva York,
tan familiarizado con su contaminada niebla,
a ti, su inmaculada hermana,
te tenía olvidada por completo,
a ti y a cuanto aportas
al invierno británico.
Ahora esta impresión nativa vuelve a mí.

Enemiga implacable de la prisa,
amedrentadora de conductores y de aviones,
todo lo veloz, desde luego te maldecirá,
pero cuánto me agrada
que hayas sido persuadida a visitar
el hechizado campo de Wiltshire
a lo largo de toda una semana
en estas Navidades,
evitando que a alguno le diese por venir
aquí a donde mi mundo se reduce
a esta vieja casa solariega
en la que gozamos de la amistad de nosotros cuatro:
Jimmy, Tania, Sonia y Yo.

Afuera, un vacío silencio,
porque incluso esos pájaros,
como el malvís y el mirlo,
a los que la sangre vigorosa les permite
vivir aquí durante el año,
ante sus zalamerías refrenan
su piar alegre.
No hay un gallo que cante.
Las copas de los árboles, vagamente visibles,
no crujen, pero ahí están,
tan eficientemente condensando
tu humedad en la precisión de unas gotas.

Dentro, tenemos los espacios apropiados,
confortables, propicios
al recuerdo y la lectura,
los crucigramas, las complicidades, la diversión.
Ante una sabrosa cena
festejada con vino,
nos sentamos en alegre círculo,
cada cual despreocupado de sí mismo
pero atento a los demás,
apurando el instante, pues qué pronto
tendremos que volver,
cuando los dulces días estén cumplidos,
al mundo del trabajo y del dinero,
preocupados por esto o por lo otro.

Traducción de Silvia Barbero Marchena
Gracias, niebla (poemas últimos)
Editorial Pre-Textos, 1996.

W.H Auden. Editorial Pre-Textos, 1996.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

un viaje y otro encuentro (1)


Mientras estaba en la universidad estudiando Antropología en Bogotá, tuve la posibilidad de hacer un semestre de intercambio con la Universidad de Copenague en Dinamarca. Entre los ires y venires en bicicleta con la nieve cayendo sobre la espalda y los dedos helados, pensaba largo acerca de lo que después de cuatro meses había vivido en esa ciudad. Pensaba en la antropología, en las distancias, en las lenguas, vivía en castellano, tomaba clase en inglés y me aventuraba en los terrenos del danés cuando el cansancio de la bici me lo permitía. Las clases de danés eran en la tarde, cuando el hambre y la oscuridad hacían que el cuerpo se sintiera más pequeño y la atención más frágil. Imposible.

Aprendí a pedir un café, pero solo me atreví a pronunciarlo en una terraza una tarde soleada de verano; habrá sido el aire caliente o los colores de los árboles quienes me inspiraron y de paso me quitaron la pena. Pero poca cosa más. En cambio, mi cabeza estaba llena de preguntas. Unos días atrás había terminado un artículo para la revista de Antropología de la Universidad,
Den Vilde Tanke el tema era la traducción de los artículos que venían de Latinoamérica, o mejor, la no-traducción de esos artículos. Me preocupaba que el pensamiento que se producía en las universidades latinoamericanas no circulara en las academias europeas, mi angustia no era producto de una pelea anti-eurocentrista, como lo creyó un profesor, sino una reflexión acerca de lo que mis compañeros daneses pensaban de mí; una colombiana en una cátedra de antropología era lo más raro que habían visto, se suponía que ellos viajaban hacia lo exótico, no que lo exótico viajaba hacia ellos. Pero sucedió que leyendo el artículo no traducido, ni al danés ni al inglés, me di cuenta de que el tema era interesante pero era ininteligible para alguien que estuviera lejos de la academia, es decir, el ciudadano de a pie. El problema de la traducción en este caso no tenía que ver con la traducción de una lengua a otra, sino de un lenguaje a otro. En la academia se escribe para la academia, y eso me parecía y me parece un despropósito.

El artículo no está publicado en Internet, en ese entonces, 1999, no sucedían esas cosas. Apenas comenzaba a utilizar el correo electrónico y dejaba a regañadientes la buena costumbre de escribir cartas. Así que voy a reproducir algunos apartes del artículo... mera nostalgia de ese viaje y ese encuentro con la traducción, desde otro vértice.



Translation, an exercise of trespassing boundaries. Den Vilde Tanke, julio 1999.

It is said that it's better to avoid great expectations, as it is easier to discover and be surprised or dissapointed. This article will express a bit of reflection about both, discovery and surprise, and perhaps, about a bit of dissapointment as well. I have seen this magazine announced on the boards, pilled in boxes and read in coffee breaks. After four months lived with some degree of tranquility, anxiety, understanding and unanswered questions, I decided to put my thoughts on paper. My attempt is to share them, and magazines exist for that cause.

Discovery and surprise came when on looking for information about Latin America I found an article that I had already read in Colombia. It was included in one of the journals of Latin American Studies, easily accesible in the library of this University. It surprised me that the article was the same. I write the word in bold because I didn't expect the article to be in spanish. I was pleased at the beggining, reading something in my mother tongue was a relief for the unavoidable homesickness. But after a while it turned out to be something else.

I needed to quote the article in class, and also in one of the essays I was required to write. But to quote it in Spanish was a nonsense, I translated what I needed, but the whole article was worth being quoted or recommended as further reading. I realized that the article would possibly never be read. Then, no one would get to know that Latin America was not only the indigenous land of species and human beings on the verge of extinction in need of being recorded on films and neverending monographs.

No one would understand that there is something beyond the postmodern statement of culture and nation produced by the european academia. A vast panorama of complex processes of all kinds (social, political, economical) required hours of accurate observation that would challenge even the most experimental attempts of etnhographic writing.

One of the major critiques that professors in my faculty make of students is that we do not write at all. This is sadly true. We do not write. The problem acquires greater dimension when someone does write an article and it is kept in spanish within a journal of worldwide academic distribution. When knowledge needs to be transported beyond geographical boundaries, it needs to be trasformed, metamorphosed into a language that assures other readers.

It is well known what kind of problems have caused the inbreeding in certain species: deformities. The same could be applied in terms of communication. When knowledge is kept within a group, when it is feared to trespass boundaries, communication becomes a hearsay truth and a raw material to produce knowledge.

Continuará...


de la poesía a las otras poesías

Un amigo me repetía en medio de risas y verdad que uno no sabía "por dónde salta la liebre". Pasado el tiempo no hayo otra verdad más verdad, pues así sucedió mi encuentro con la traducción, una tarde lluviosa y fría en Bogotá, en una cafetería situada en una esquina que todavía existe (hay tantas esquinas que solo quedan en la memoria). Nos encontramos por casualidad -como si eso existiera acaso-, Dennis estaba traduciendo algunos poemas de Anne Sexton, uno de los personajes de su vida. Además de la aromática de manzanilla, me invitó a leer los versos de After Auschwitz y las traducciones que había hecho hasta ahora de algunos de ellos. El poema gritaba y dolía, pero como siempre sucede con la poesía, golpeó algo en mi alma y me hizo sentar por horas a leer y releer los versos de Anne Sexton para buscar una palabra en español que lograra dibujar " an outhouse". Man with his small pink toes,/with his miraculous fingers/is not a temple/but an outhouse,/I say aloud. Nos encontramos quizá un par de veces más y el gusto por buscar palabras y ordenarlas en versos desde una lengua a otra lengua se convirtió en semilla.

Para volver a un lugar creo que uno tiene que perderse en otros. Como en el amor. Viajar, amar, perderse, conocer y volver a amar. Así sucedió para mí con la traducción y la poesía. El salto me llevó hacia las ciencias sociales, la antropología, la arqueología, y los sinuosos terrenos de las instituciones. Pero hay un llamado desde dentro de sí, como bien lo pronuncia Anne Sexton cuando repite dolorosamente "I say aloud"... una y otra vez. Nacemos y morimos allí, en esa verdad que nos grita y debemos atender.