jueves, 20 de agosto de 2009

Dejar el latín

Antes de que Oviedo viniera a las Indias, ya Bembo le había dicho a Ferrara que las nuevas historias del mundo merecían ser contadas en una lengua nueva, "No contemos en latín las luchas presentes", le dijo, "pues los lectores hablan ya otras lenguas." Y no sólo las guerras y los descubrimientos, sino el amor mismo y sus milagros deberían cantarse en lenguas vulgares. Dante lo entendió primero que nadie, y describio los reinos infernales y las terrazas de lamentos, y el encuentro con Beatriz en los ojos de Dios, no en el latín de Virgilio o de Catulo, sino en la lengua de los corrales y los mercados. Ya no intentamos acercar la divinidad a la vida, sino mostrar que lo divino reposa en ella para siempre.

El país de la canela. Editorial Norma. p. 292.