miércoles, 3 de diciembre de 2008

Traducir en Latin America



Es momento ahora de aclarar que L.A. no hace referencia a Los Angeles... sino a Latinoamérica, por sus siglas en inglés: Latin America. Se trata de pensar en la posibilidad de volver a traducir, o traducir más, o tener derecho a traducir desde Latinoamérica. Hace años que en mi cabeza viene marinándose este tema. Mi formación sucedió en las ciencias sociales, mi vida laboral hasta cierto punto también, pero he tenido encuentros con la traducción lo suficientemente importantes para decidir mover mis velas y navegar en esa dirección, tan múltiple y según la opinión de muchos, imposible.

He preguntado a mis amigos, personas queridas criadas en otras disciplinas; desde la magia de hacer dragones en arcilla, hasta quienes se mueven en el sinuoso mundo de las finanzas, qué opinan sobre la traducción. A todos les gusta leer y leen novelas de autores extranjeros pero pocas veces se han preguntado sobre el texto que leen, es decir, saben que es un autor extranjero, pero no se detienen a pensar sobre el texto original y menos, que aquello que tienen en sus manos es una traducción. Esto es importante, es decir, saber que muy pocas personas del total que masivamente consumen libros -no solo literatura- se dan cuenta de que muy pocos libros están escritos originalmente en su lengua materna dice mucho de muchas cosas. Quizá que importa poco, que los textos son afines a su léxico, o que si no lo son no importa, que no leen con atención, o que leen por leer. Las respuestas a todas estas preguntas se encuentran en lugares diversos.

Con gran curiosidad he buscado apuntes sobre este tema y casi como una epifanía, encontré un artículo en la revista de cultura Ñ que publica el periódico Clarín, de Argentina: "Un ejercicio de lo imposible", escrito por Mauro Libertella.

El artículo señala algunos problemas que los traductores argentinos encuentran al querer trabajar en su profesión en un mercado manejado por grupos transnacionales que pretenden producir y vender libros en todos los lugares de lengua castellana del planeta. Esta situación afecta no solo a los traductores argentinos, sino a todos los traductores de lengua castellana, latinoamericanos y peninsulares, pues se pretende crear un español neutro que como señala libertella y seguramente muchas personas más, es una utopía.

Así surge el problema del español neutro, esa rara utopía que busca unificar el núcleo dur del idioma español y borrar las huellas locales. Desde luego, el del español neutro es un proyecto falso y represivo, y sólo se usa hoy en libros de bajo vuelo estético. La libre expresión de expresiones localistas en las traducciones literarias es buena en la medida en que referencia la realidad de que los castellanos de todo el mundo son dialectos y que ninguno es La Lengua, cuya luz nos iluminaría a todos.

La pregunta es entonces ¿qué hacer? ¿qué hacer para que los traductores argentinos, peruanos, colombianos, mexicanos, nicaragüenses, costaricenses... puedan ejercer su profesión? Sin duda es una cuestión de quien maneja el mercado, pero esta respuesta fácil, si acaso lo es, no puede quedar allí.

De acuerdo con Mauro Libertella, la traducción tremendamente creativa, y esta creatividad bien entendida por los grupos editoriales transnacionales debería ser un valor y no un defecto, pues como bien lo recuerda Libertella, el idioma se reinventa sin descanso.

Hay entonces un tema que relaciona la creatividad con el léxico y el uso de la lengua en cada lugar del planeta. Cuando un grupo de latinoamericanos se reúne -sucede mucho en conferencias o reuniones interamericanas de cualquier índole- la mayor sorpresa resulta ser las diferencias de léxico que existen entre países. Puedo asegurar que lo celebramos, reímos y hasta aprendemos e incorporamos palabras nuevas sin temor. Esos encuentros son tan ricos que a veces provoca sentarse a escribir diccionarios dialectales sin demora. Hay palabras y expresiones tan bellas en cada una de las variaciones dialectales del español que el ejercicio de aprender nuevas palabras es fascinante.

¿Cómo enterarse del modo en que escribe un peruano, un mexicano o un argentino? Sí, leyendo escritores peruanos, mexicanos y argentinos. ¿Pero solamente de esa manera? ¿Una traducción argentina, peruana, colombiana o mexicana es una herejía contra la lengua?

Como señala Libertella:

Quizás el próximo paso necesario, sea el de incorporar al traductor como co-creador a la hora de cobrar los derechos por los libros en los que trabajan En Inglaterra, el Independent Fiction Prize premia una obra escrita en otro idioma y traducida al inglés, y el premio se divide en partes iguales para al autor y el traductor.

La cuestión entonces, es aceptar al traductor y al autor como creadores de una escritura y una reescritura realizadas en condiciones culturales específicas. Sería un gran paso hacia la madurez cultural de los habitantes de este planeta. Y una cuestión de humildad, en la que no hay nadie superior a nadie y en donde definitivamente, tener la razón no es ni la mitad de las cosas.





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